Inteligencia Artificial y demanda tecnológica: el consumo de agua y energía.
- Lic. Ayelén De Faveri
- 18 abr
- 3 Min. de lectura
Colabora: Ayelén De Faveri, Licenciada en Gestión Ambiental, Técnica en Gestión Ambiental y Seguridad e Higiene, Experta en Planificación y Gestión Turística Ambiental, comprometida con la promoción de un ambiente laboral saludable y ameno.
Vivimos en una era en la que la inteligencia artificial (IA) está transformando la forma en que interactuamos con la tecnología. Desde generar imágenes con solo una descripción, hasta responder nuestras preguntas diarias en segundos, la IA está en todas partes. Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en los recursos que se necesitan para que todo esto funcione?

Cada vez que generamos una imagen usando plataformas de IA o le pedimos a un asistente virtual que responda a una consulta, se está ejecutando un proceso complejo en centros de datos que requieren una enorme cantidad de energía para funcionar. Estos centros de datos, que almacenan y procesan toda la información, están diseñados para operar a gran escala, lo que implica un consumo constante de electricidad.
Además de la energía, los centros de datos necesitan agua para mantenerse frescos y evitar el sobrecalentamiento de los servidores. Muchos de estos centros utilizan sistemas de refrigeración que consumen grandes cantidades de agua. Este proceso es esencial para que los servidores operen sin interrupciones, pero al mismo tiempo están generando una huella hídrica considerable.

Es importante destacar que no todos los centros de datos generan el mismo impacto en términos de consumo de agua. Esto depende de la tecnología de refrigeración que utilicen los servidores. Estas tecnologías pueden ser:
Circuito cerrado: dentro de este sistema el agua utilizada no se pierde, sino que se recicla continuamente. El agua se mantiene dentro de un circuito cerrado y por lo general, no se evapora ni se desperdicia. Este tipo de sistema es eficiente y minimiza la huella hídrica.
Circuito semi cerrado: el agua circula de forma similar al circuito cerrado, pero con una mayor posibilidad de perdida de agua por evaporación. Aunque el agua sigue siendo reciclada en gran medida, parte de ella se pierde debido a la evaporación del proceso de enfriamiento. La diferencia con el sistema abierto es que se reutiliza el agua, pero a un ritmo mas lento que el cerrado.
Circuito abierto: este sistema es el que más agua consume. En los centros de datos que tienen esta refrigeración, el agua se toma de fuentes externas, como ríos o embalses, y se utiliza para enfriar los equipos. El agua se evapora y se pierde, lo que genera un impacto ambiental significativo.
Aunque los sistemas cerrados y semi cerrados ayudan a reducir la cantidad de agua utilizada, el impacto ambiental de los centros de datos sigue siendo significativo. La tecnología es algo intangible, pero su impacto ambiental es real. Cada búsqueda en Google, cada imagen generada por IA, cada conversación con un asistente virtual, tiene un costo detrás en términos de agua y energía. Es fundamental comprender cómo las plataformas tecnológicas que usamos diariamente, a menudo sin pensarlo, contribuyen al desgaste de recursos naturales.
Si bien la cantidad de agua utilizada para procesar una sola consulta es pequeña, cuando pensamos en el uso global de estas tecnologías, el impacto acumulado es significativo. Los centros de datos están en constante expansión para satisfacer la creciente demanda de servicios en la nube, redes sociales, inteligencia artificial y más.

Ahora bien, nosotros ¿Qué podemos hacer como usuarios? Como consumidores, es importante que empecemos a ser mas conscientes del impacto ambiental de las herramientas tecnológicas que usamos y utilizarlas de manera eficiente.
Aunque la IA sigue evolucionando y brindando soluciones innovadoras, nuestro desafío como sociedad es asegurarnos de que el proceso tecnológico no este a costa de los recursos esenciales, como el agua que necesitamos para vivir y prosperar #porunmundomejor
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